LA HUMILDAD NO ES HIPOCRECÍA
La humildad no es distraerse con el piso ni con las sombras del Sol, es más bien caminar erguido, grande y seguro. Se trata de sentir y aceptar la grandeza de reflejarte en los ojos del otro y asombrarte.
Humildad no es sentarse detrás alguien ni colocarte de último en la fila. Tampoco es darlo todo sin recompensa. Es más bien sentarte donde mereces, de comer primero y disfrutar lo que te gusta. Pero al unísono compartir con el hambriento o con el amigo que, aunque satisfecho, desea un bocado.
La humildad es ceder el puesto, pero no tu lugar.
Humilde es el que sabe quién es y a donde va sin ser sinónimo de depresión ni de tristeza. Es brillar y bailar en el huerto que has sembrado. Es también recordar que los que han perdido el tiempo, y casi la vida, tienen otra oportunidad.
Humildad no es callar y esperar que noten tu brillo. Es dejarse descubrir y admirar por todos. Pero eso sí; disfrutando los logros que cada ser ha sembrado en esta tierra. Ser humilde es respetarse con el respeto hacia al otro. Ser una luz en la oscuridad, un camino en el desierto, una palabra de aliento.
El humilde es un admirado que admira.
La humildad no es esconderse y retener tu luz, es detonar tu genialidad, expandirte y abrazar el mundo. Humilde es el que vive a plenitud todo el encanto y persuade la amargura en el inconforme. Es el que ríe cuando tiene ganas y contagia a todo el mundo. El más sensato.
Hay que ser bien humilde para no ser hipócrita y más aun cuando la humildad se ostenta como un disfraz. La humildad te mantiene en el grupo cuando has caminado más rápido. Sabes que puedes adelantar y seguir solo, pero prefieres guiar y dejarte ver la sonrisa.
No es humilde el pequeño ni el desapercibido intencional. La humildad es un valor que permite a la grandeza mantener su brillo, y mientras el hipócrita se crece en la auto contemplación, el humilde contempla con admiración al que le sigue.
Ser humilde no es verse poco y esconderse. Es vestirte como eres, es amarte con lo que eres y al mismo tiempo regalar amor y darle aliento al agotado. Es simplemente voltear a darle la mano a quien te alcanza.
Delgada es la línea que separa al humilde del hipócrita. El Humilde se regocija en la grandeza del todo mientras el hipócrita se rebaja. El humilde trae a su alcance a otros y el hipócrita baja y vende sus pedazos por gloria.
Liliana Romero.
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