SOCIALISMO UNA POESÍA NEOLÍTICA



Hablar de socialismo se ha vuelto una poesía neolítica y silvestre,
antepasada y presente, nostálgica para muchos, practicable para pocos,
publicitada por demás para hacer fama de sus burdos fines.

Semejante a un cielo inaprensible, casi un espejismo indubitable. 
Como la sombra sin luna que seduce su posesión y que ahuyenta al más perplejo, desolado y triste, por sucumbir al fracaso de su desdén.

¿Va contigo?... ¡Sí! Acompañando tus miserias tempranas,

que bajo el brillo del sol se esconden, sí, detrás,
pero sin renunciar a custodiar el espaldar de tu idea.

Socialismo: novedosa idea,

empeñada en ir sobre y pro
del humilde mental, aquel que sueña en el progreso.
Progreso que no es más que su esperanza en ir pa`lante
sin importar lo angosto del camino.
Algo tiene esa ideología que vende poder  conspicuo, sin ser más que eso.
Iracunda e improbable.

Tan bueno es el socialismo, mejor mercader que sus allegadas.

Vende, vende y vende posibles conglomerados.
Más en la realidad del todo, cuando el pobre abre su mano, ve sólo del pan migajas.
Con hambre tintinean sus tripas, escrutando lo que compraba,
pero es que el bodeguero ya no tiene quien le traiga, porque el que siembra no siembra,
el que recoge no aguanta
y el que trae ya se alimenta de lo que compra en Chinalandia.
Pero aunque el hambre nos muerda y la escasez nos atosigue, el socialismo vende, vende y vende
el rostro de héroes no genuinos.

Si Henri de Saint-Simón aun viviera y visitara a Albert Einstein, retirarían sus halagos históricos, uno por crear una bomba acaba mundos
y el otro por fecundar una ideología acaba muchos.

Lo que hubiera querido yo, que entre capa y espada,
este y oeste,
pared y espalda,
esas poesías paganas floreadas de mitología civil,
hubieran quedado en papel,
bonitas y enmarcadas, pero jamás manipuladas.

Hablar de socialismo se ha vuelto una poesía neolítica y silvestre,
que prorrumpe en cualquier viña y da frutos celados.
Llena de un mar de almas vacías y hambrientas por fluctuación, no saben de qué,
tal vez de algo, tan siquiera para no ser igual que ayer
porque es un fastidio.
Si el socialismo fuese aplicable
realmente Dios estuviera contento y el hombre no fuera el mismo.
Viajara por su vida feliz, tan llena de paz y satisfecha, más el carroñero rico y con porvenir
daría vueltas de sollozo, herido en su débil y adolorida ambición.

El socialismo,

al menos su palabrería, se ha vuelto poesía
y yo aquí sentada, leyendo a Marx y a Engels sin rimas,
sino prosas viejas.
En concreto; nada porvenir, solo historia barata,
un cerro de libros muertos que viven en la boca de todo déspota y
anárquico, que murmulla en los oídos deprimidos de los sordos de oficio.

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