DISCAPACIDAD


Por Liliana Romero


Hoy, un día cualquiera en la estación del metro 
un quejido en el andén llamó mi atención
una voz potente encerrada, un eco.
Ahí la ví, postrada en silla de ruedas. 

Sus piernas encogidas pero sus brazos danzaban agitados 
libres como alas sedientas de libertad.
El metro suele ser un lugar muerto de gente lúgubre
pero ella no, ni su erótica figura.

Su cuello largo y sedoso, de labios carnosos
sus pezones como flores ardientes gritaban deseos.
Su madre, con la mirada perdida, empujaba.

No se si ella bebe café o si fuma a media tarde
si le gusta leer o si disfrutará un helado, pero
siento que arde entre cadenas, porque la vida, la vida es eso.

Comentarios