A JUAN MANUEL MAYORCA, un último adiós.
Ante tu partida,
hacia el lugar donde las sombras no soplan
y la luz acaricia cada tonada del pensamiento,
Allí donde respirar no es necesario y el tiempo no es jornada
Justamente allí te fuiste, navegando en nubes de blancas,
donde Jesús llevaba el timón y te abrazaba constante.
Un último suspiro satisfecho, una sonrisa y una fumada.
Dejaste en nuestras mentes tus aventuras, tu academia.
Adiós no es mas que una palabra, Adiós no significa olvido
Adiós es hacer mío todo lo que me enseñaste.
Jamás te olvidaré, siempre agradeceré que me llamaras criminóloga y colega.
Lamento no haber leído tu novela, no se si la terminaste. Es como un juego de ajedrez me dijiste.
Cuando compartimos duraznos en la candidez de tu casa.
Recuerdo cuando te conocí, vestido de blanco, un Camel sin filtro y humeando.
Todos temían, tu fama de profesor exigente y difícil te precedía, ¿pasaban tres o cinco?
Pero descubrí inmediatamente lo que buscabas
La mediocridad y la flojera mental te irritaban.
Recuerdo cuando te dije: ¡estoy allí como a las diez! Me miraste plácidamente serio y respondiste
¿Cómo a las diez o a las diez? Cuando llegaba, allí estabas media hora antes, siempre.
Gracias por confiar en mi Juan Manuel, gracias por ver la luz en la oscuridad y el talento en la adversidad.
Criminóloga para él
Con mi aprecio.
Con mi aprecio.