MEDIOS de COMUNICACIÓN y CRIMINALIDAD
LA VIOLENCIA ¿Culpa de Los Medios de Comunicación?
Los Medios de Comunicación Social forman parte del conjunto de Factores Exógenos del Medio Escogido junto a la pornografía…
Existen algunas formas de violencia que son menos visibles que la violencia directa: la violencia estructural y la violencia cultural. Cuando se habla de violencia cultural se está haciendo referencia a aquellos aspectos simbólicos de la cultura (sus formas «no materiales», como son el lenguaje y la comunicación) que inciden en la justificación de situaciones violentas, ya tengan éstas un carácter directo o estructural. La violencia cultural, por el hecho de no ser material no es inocua, todo lo contrario, a través de su acción los seres humanos vencen las resistencias a las acciones violentas, adquieren hábitos violentos, apoyan las acciones violentas de las instituciones especializadas o simplemente no reaccionan ante las acciones violentas llevadas a cabo por «otros» (se identifique claramente al agente o no, como ocurre muchas veces en la violencia estructural). Incluso puede llegar a construir algún tipo de consentimiento de aquéllos que sufren directamente la violencia directa (maltrato a mujeres, a niños, a ancianos, por ejemplo, si se interioriza una jerarquía basada en razones de género o edad) o la estructural (justificación de la desigualdad social como fenómeno «natural»).
Los medios de comunicación desempeñan un papel muy importante en la conformación de estas representaciones ideológicas de la violencia, pero no son las únicas instituciones inmersas en este proceso. La violencia de los medios de comunicación (la que aparece en algunas formas de representarla) es una forma más de violencia cultural que es «coherente» con otras formas e instituciones más eficaces de legitimar la violencia directa y la estructural (educación, ciencia, ideología, ejército, empresa, familia, iglesia) con las cuales comparte el papel de agente de socialización, proceso a partir del cual los individuos aprenden a vivir en su sociedad y su cultura e interiorizan valores y normas de comportamiento.[1]
Cuadro 1: Algunos ejemplos de cómo opera la justificación de la violencia en la cultura y en las instituciones.
Ámbito:
ü Cultura Popular
ü Escuela
ü Ejército
ü Empresa
ü Familia
ü Medios de comunicación
ü Religión
ü Ciencia
ü Mecanismos de legitimización de la violencia.
ü Cuentos, refranes, canciones, chistes.
ü Contenidos, no reciprocidad profesor-alumno, segregación, mano dura.
ü Patriotismo, culto a las armas, deshumanización del enemigo
ü Diferencias salariales (hombre-mujer; autóctono-inmigran-te), clasismo.
ü Autoritarismo, menosprecio, transmisión de valores.
ü Estereotipos, desinformación, trivialización de la violencia.
ü Textos bíblicos (ojo por ojo diente por diente).
ü Deterioro ambiental por razones de progreso
Una vez establecidas estas consideraciones iniciales, con las cuales se pretende no caer en el error de responsabilizar únicamente a los medios de comunicación de la transmisión de conductas y valores violentos, nos ocuparemos a continuación de mostrar las diferentes maneras y mecanismos de legitimación de la violencia que aparecen en los medios. No toda la información contiene este sesgo ni tampoco se puede prescindir de los medios de comunicación. En un mundo donde una gran parte de las relaciones sociales se desenvuelve en el universo mediático, bajo sus diversas formas tecnológicas y de contenidos (información, entretenimiento, conocimiento y formación) los medios adquieren una fenomenal influencia. Tanta que es imposible abarcar en unas pocas páginas todas sus dimensiones y aspectos: incide tanto en la manera de percibir el mundo, como en su funcionamiento económico, cultural y político
Entendemos por medios de comunicación social a los vehículos gráficos, fonéticos y audiovisuales, a través de los cuales se difunde un idea, presentada como mensaje, con el fin de captar públicos. El público es una masa amorfa con múltiples caracteres que originan infinidad de clasificaciones, pero que podemos resumir en tres niveles:
- Los integrados por sujetos de madurez y conocimientos superiores a la media, lo cual los hace relativamente insensibles a la mayor parte de las formas publicitarias;
- Los conformados por personas medianamente maduras y con conocimientos promedio como para dejarles cierta capacidad crítica, todo lo cual los hace permeables en buen grado; y
- Grupos de muy bajo nivel de conocimientos, para quienes los medios se presentan como inventos que divulgan la máxima expresión de la verdad. Entre ellos la madurez puede jugar algún papel en la capacidad crítica pero, en general son altamente permeables.
A los efectos de este estudio dejaremos fuera al primer grupo.
El problema criminológico radica fundamentalmente en tres cuestiones: idea, el mensaje y las técnicas de captación desarrolladas por la televisión. Casi siempre el tema de los medios se circunscribe a lo que alguien captó por la TV. Las estrategias sobre los dos primeros aspectos han cambiado en los últimos tiempos.
El crimen se presenta como algo bueno, pero sí como una conducta habitual. El delincuente es malo, pero tiene rasgos que lo hacen simpático. Estos dos elementos pueden conllevar a pensar que la desviación no existe puesto que se trata de situaciones "normales" Por otro lado, los factores delictivos (prostitución, drogas, juegos de azar, desajustes familiares y ahora añadiríamos el Internet) son ideas manejadas en buena parte por la programación y frecuentemente envueltas en el mensaje de la telenovela.
Algunos le atribuyen a los medios de comunicación todos los males del siglo, desde la manera incorrecta de hablar hasta el delito. Pero en palabras del Dr. Juan Manuel Mayorca, esta es una postura ramplona. La conducta humana es bastante difícil de explicar, no sólo porque los actores son ya complicados, sino porque en todo fenómeno social, además de los factores intervinientes (los cuales deben comprobarse) existen hechos concomitantes, circunstanciales y condicionantes, mucho de los cuales no juegan un papel en su génesis.
Por ejemplo: la criminalidad norteamericana del siglo pasado, según algunos, mostró una curva ascendente que coincidía con la difusión del libro “La Cabaña del Tío Tom” Pero afirmar que esa obra literaria fuese la causa de tal fenómeno, es algo contra toda lógica. La relación entre el texto y la delincuencia nunca se ha establecido.
Otros, observando el poder de penetración de los medios, especialmente de los audiovisuales, se asustan, y dado los múltiples errores que ellos se cometen, les asignan otros de los cuales deben ser considerados “inocentes hasta prueba en contrario” Es cierto que existen conductas de mercado poco éticas cuyo interés es captar y vender más que colaborar con los valores y buenas costumbres del público pero tampoco hay que exagerar, pues declarar que personajes como “EL CHAVO DEL 8” deformaba el lenguaje de los niños es desconocer: a) que antes de salir al aire ya el léxico juvenil estaba deteriorado y era vulgar, b) que el mismo efecto pudieran ocasionarlo otro modelo de programación. Por otro lado hay que considerar que existe, en cualquier programación, una liga de valores y desvalores, ayudan y perjudican y en este caso su influencia sería 0.
Existe un grupo de críticos que consideran a los medios de comunicación la cuna de la generación de delincuentes y existen otros llamados “defensores de la cultura” quienes piensan lo contrario enfilado al buen uso. Y existen aquellos que se encuentran en el medio.
Pero ¿qué ha dicho LA INVESTIGACIÓN CRIMINOLÓGICA?
Sobre los posibles efectos de los medios de comunicación adentrémonos en el campo del Psicoanálisis, donde se manejan 3 teorías:
1.
La Catarsis: que significa “liberación o dejar salir” según los autores que lo aceptan, el efecto que la TV produce en los públicos, cumple el siguiente siclo:
a. Deseo consciente e inconsciente de captar determinada trama o escena.
b. Realización del deseo o lo que es lo mismo, adaptación de la fantasía al hecho captado, habiendo la posibilidad de que éste supere lo fantástico;
c. Identificación entre público y mensaje;
d. Satisfacción que se puede denostar a mediano y largo plazo, efectos de habituación que reemplazan el ciclo, pero no otras consecuencias.
2. La Némesis: (Gabriel Tarde)[2]señala que lo social era la imitación y que “somos más sociales en la medida que imitemos lo inventado por un modelo prestigioso” Para él todo comenzaba por ser original, individual y creativo, pero eso no era importante para la sociedad que se nutre de actos repetidos o mostrencos, de copias derivadas de un modelo famoso. En las leyes de la imitación TARDE indicaba que cuando en una sociedad, para un mismo hecho, habían varios modelos, surgía lo que llamó “duelo lógico” Por otro lado traemos a colación a los investigadores Bandura y Ross quienes alegan que cualquier mensaje puede producir tres tipos de efectos:
a. Modelaje o modeling;
b. Efecto inhibitorio o desinhibitorio, lo que va a depender de lo que el sujeto tenga adquirido antes de la captación del mensaje.
c. Respuestas aportadas por el mensaje que sirven para liberar otras similares, las cuales no son completamente nuevas ni inhibidas, como las anteriores, sino seleccionadas por los públicos.
3. Y finalmente el tercer enfoque: la hipótesis de la Frustración-agresióndebida a Dollard y Berkowitz.[3]Para ellos en lo que a la violencia respecta, existe una situación de estímulo – respuesta. El mensaje violento genera una frustración intolerable en el público, a consecuencia de lo cual agrede. Berkowitz, empleando técnicas de hipnosis, ha demostrado que si bien lo anterior puede darse, también se producen situaciones de inhibición, es decir; en unos casos hay reacción derivada de la frustración que el modelo propicia, y en otros, el sujeto se inhibe, quedando satisfecho con las imágenes recibidas.
En atención a lo anterior podemos sencillamente concluir que los medios no sólo fuerzan la atención hacia determinadas cuestiones, construyen imágenes del mundo político y proponen los objetos acerca de los cuales el público debe pensar. Ellos también encuadran explicativamente la información que difunden. Suele además existir una gran similitud tanto en el modo en que los medios tratan una determinada problemática como en la interpretación que ofrecen de ella (Gerbner, 1972). Eso influye en la percepción y atribución de causas, responsabilidades, consecuencias y soluciones, interviene en el modo en que las personas reflexionarán acerca de los asuntos tratados (Scheufele, 2000); sobre todo cuanto menor sea la experiencia directa que la gente tiene sobre una determinada área temática. Se denomina entonces efecto de framing a la capacidad de los medios de provocar diferentes conclusiones en la audiencia según la forma en que le presentan la información (Iyengar y Kinder, 1987; Iyengar, 1991)
PERO; va a depender de la teoría que se maneje para el tiempo del estudio ya que existiendo la influencia comprobada sobre la formación de conductas sobre el públicos, esta influencia puede ser positiva o negativa. Sin embargo hay que considerar que la influencia no depende, en sola causa, de los medios de comunicación, sino de un integrado de causas incluyendo medio obligatorio y escogido por la persona, que actuando como conjunto de influencias en un tiempo determinado pueden, modelar la personalidad del sujeto que percibe, claro está, sin obviar la estructura del sujeto tanto psíquica como emocional.
De todas todas, los medios también son necesarios, mi consejo es que (como se viene haciendo) se considere el momento del ser humano en que psicoanalíticamente comprobado forma su personalidad que es durante los primeros años y aproximadamente hasta los seis, verificar que está observando y cuales programas puede ver.
[1] PENALVA, Clemente “El tratamiento de la violencia en los medios de comunicación”. Profesor de Sociología. Univ. Alicante http://www.fts.uner.edu.ar/catedras03/metinvest_tecn_cuanti/invest_catedra/Investigacion_2009.pdf
[2] TARDE, GABRIEL “Les Lois de L’imitation” sin pie, París, 1895.
[3] DOLLARD y otros. “Frustration and Agression” Yale University Press, New Heaven. 1939. Todos citados por Juan Manuel MAYORCA. “Nueva Criminología” Tomo I. UCV
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